JUAN DOMENECH.-  Suena el agua cuando chapotean los patos y los peces. Dan palmas sobre mi las hojas en sus ramas, sentado a la sombra, mientras sopla el viento. A ratos el silencio es grande. Pían las aves y lo interrumpen. Un poco de lectura. Un mirar arriba y sentir inmensa una esperanza. El estanque callado luce entre espejos de sol. Baja del cielo el vencejo a beber y del choque de su pico con el agua nacen redondas mil circunferencias. Y toda una vida se apiña en ese punto silencioso del que dilatan las ondas. Como un punto de bondad, gota de tinta, peregrino sediento, punto diminuto que nos basta para volar al cielo agradecidos.

Foto dibujo del autor