ERNESTO LÓPEZ-BARAJAS.-  Si eres madre, esto te interesa: en tu organismo permanecen células vivas de tus hijos cuya juventud te protege de numerosas enfermedades, incluso del cáncer. También células tuyas permanecen en tus hijos toda tu vida.

El fenómeno se llama microquimerismo y, el catedrático emérito de Bioquímica y Biología Molecular Ignacio Núñez de Castro señalaba que “esas células del hijo van a aparecer en el corazón, en el cerebro o en la sangre de la madre. Son células troncales, pluripotenciales, cuya misión principal es ir a auxiliar a la madre cuando lo necesita. Esa vida que han dado les ha dado vida a ellas”, concluye. Buena noticia también para los que somos hijos.

La biología nos demuestra lo que ya sabíamos por intuición: la relación física de la madre con sus hijos no acaba con el parto, dura toda la vida, hay un vínculo que supera cualquier otra relación y que permanece a lo largo de los años. Todos, por ser hijos, nos hemos sorprendido como nos conocen. No les hace falta mirar ni estar cerca: preocupaciones que intentamos acallar o dolores que procuramos esconder, son conocidas casi antes de que pasen. Es inútil el disimulo. Creía que era solo por esa sabiduría del corazón. Ahora la ciencia da también otro motivo y dice que algo les podemos devolver. Enhorabuena a todos. Se ve que esta relación materno filial es esencialmente generosa y agradecida.

“Este intercambio celular -añade Núñez de Castro- se produce nada más tiene lugar la anidación, al octavo día desde la concepción”. Es decir, que las madres llevan en su interior incluso parte de los hijos que no llegaron a conocer puesto que sus embarazos no llegaron a término. ¿Saben las mujeres que sufren por haber abortado que ese hijo estará para siempre a su lado ayudándole a curar sus heridas?

iQué grande es la maternidad! Como dice un amigo mío: si no existiera habría que inventarla.