MANUELA DEL PILAR SANTOS.-  Los acuerdos de paz, los armisticios, las treguas, los «alto el fuego» representan sin duda una declaración beneficiosa para las partes en conflicto, un cese de las hostilidades que inicia una situación de recuperación, de reconstrucción, de toma de medidas para avanzar hacia la paz.

Pero estas declaraciones ansiadas y esperadas nos hacen reflexionar sobre el horror de las guerras, el horror de las invasiones, el horror de los actos terroristas. Y nos hacen pensar en lo innecesario de tanto dolor, de tanto sufrimiento. Las muertes de tantos seres inocentes, el sufrimiento de los rehenes también inocentes, las tristes y dolorosas pérdidas de seres queridos, la dantesca destrucción… ¿para qué han valido?

Mientras tanto, los gobernantes egoístas y despreciables que ejercen el terror seguirán en sus sillones decidiendo el destino de las poblaciones civiles impotentes ante los miserables que manejan sus destinos.

En todo caso bienvenida sea siempre la PAZ.

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