ESTEFANÍA LAYA.-Vogue fue creada por un hombre de negocios como semanario. Hoy la revista más influyente de la moda carece de editorial porque toda moda es efímera. Mantiene la bandera del estilo, la elegancia y el glamour de un manual nunca escrito. Harper’s Bazaar también se define por la misma razón como la fuente del estilo. Y es que el estilo se nota, no está esculpido ni en la Venus de Milo.

El estilo no es la ropa, es la actitud. Angela Merkel, que no es precisamente la musa de artista alguno, confiesa haber seguido el lema oficioso del largo reinado de Isabel II: «Never complain, never explain», para salir airosa de apuros y resolver conflictos con elegancia y eficacia. Actitud.

La diseñadora francesa más influyente  del siglo pasado creía que “la moda se pasa de moda, el estilo jamás”.  Hoy los adolescentes exploran su físico cambiante a través del vestuario y, aunque rechacen la elegancia como cursi, aceptan el estilo. Coco Chanel también enseñaba que “la moda se compra, el estilo se aprende”. Por eso conviene educarlo en los hijos.

Los jóvenes usan la ropa como mensaje, símbolo de pertenencia y como respuesta o rechazo. Las marcas les dan seguridad, pero les restan personalidad. La educación en la elegancia y el estilo les seduce, les enseña algo más que superficialidad, les conduce a la profundidad de su mundo interior y a la autenticidad.

Ante la tendencia del descuido provocado, de la diversidad de lo raro como modelo, de la violencia juvenil o machista y de los tacos como único adjetivo calificativo, cabe la elegancia “como actitud”, según sostiene el diseñador Karl Lagerfeld.

Y no solo en los jóvenes es necesaria esta actitud, también en la conversación familiar y profesional. Incluso en el deporte y en la política cuando hay estilo, elegancia y liberalidad puede darse la confrontación sin enfrentamiento. Porque dirigirse a otro con falta de respeto, prejuicios o tal contundencia que impida el diálogo ni es constructivo ni convincente.

La inteligencia en los argumentos no es lo único. No siempre es razonable tener razón. Las formas son parte de la verdad y del mensaje. El medio y el modo son el mensaje o casi. El respeto siempre gana la partida aunque pierda el partido y a veces descubre que al final unos y otros jugábamos en el mismo equipo.

Y en este país que prefiere el «zasca» a la persuasión y lo viral a lo «incesante», es útil opinar que la normalidad es elegante y que simplemente ser educados podría proclamarse «manual de estilo» del 2025 español. Feliz año.

Foto de Irving Penn