JUAN JOSÉ DIÉGUEZ.- Tomemos una palabra sencilla, de uso habitual, paradoja, y preguntémonos qué significa realmente. El común de los mortales asume que la lógica es…
Seamos sinceros. Somos indefectiblemente sofistas. Como bien ilustró ese gran genio Groucho Marx “aquí tiene mis principios, si no le gustan, tengo estos otros». Todo hombre es hijo de su tiempo, y los nuestros son muy raros. La letra “h” ha pasado de muda a olvidada. Honor, honestidad, humildad, son palabras casi olvidadas. Vivimos en tiempos de Nietzsche, en tiempos de superhombres mal entendidos.
Vivimos tiempos inciertos donde los valores han cambiado porque hemos cambiado el nosotros por el yo por encima de todo. Puede que seamos superhombres pero, ¿qué nos queda? Ser un superhombre en un termo debería de ser más un castigo que un orgullo.
Toda esta reflexión sólo me plantea una pregunta sencilla, como todas las de la filosofía: ¿son los hombres hijos de su tiempo o es el tiempo el hijo de quienes lo vivimos? Siempre buenas preguntas y difíciles respuestas. Humanos por encima de todo.