JUAN JOSÉ DIÉGUEZ.-  Ajedrez, ¿juego?, ¿ciencia?, ¿arte? Cuando apareció allá por el… Pero, ¿qué es? Decía Bobby Fischer que disfrutaba destrozando el ego de su adversario.

Pensemos, no como un Gran Maestro sino como un simple pretendiente, como alguien que quiere mover unos trebejos en el tablero. ¿Qué estoy haciendo? En primer lugar, observar. No miro por el simple placer de observar (como haría delante de, por ejemplo, el Moisés de Miguel Ángel), sino que busco debilidades, errores, lugares donde responder.

En segundo lugar, basándome en mi preparación, en mis conocimientos y en mi intuición (eso que algunos definen como un «me quiere sonar») tomo una decisión. Finalmente, me expongo y gano o pierdo.

Vivimos unos tiempos extraños en donde mostrarse es un ejercicio que se ha olvidado y donde disfrazarse es el pan nuestro de cada día. Pero el ajedrez no permite disfraces. Juega, arriesga, defiende, MUÉSTRATE. No se puede mentir en un tablero de ajedrez, y es cierto que ante un tablero todos somos iguales.

Preguntémonos ahora: ¿y si un juego de ajedrez sólo fuese yo mostrando lo que soy, lo que tengo, lo que puedo ser, lo que me falta? ¿Y si no fuese un juego sino una verdad?, mi verdad, YO.

Foto Imagen Pixabay